He pensado mucho en esta segunda publicación.... y, a menos que nos dediquemos a hilar madejas, los recuerdos suelen aparecer como gotas de rocío y raras veces tiene que ver la una con la otra.
Se nos hacía raro estar allí. Una celebración de dos se convirtió en una reunión de cuatro. Se había estado planeando la estocada final y no nos dimos cuenta de que se trataba de una despedida. Lo hicieron bien; después de algunos años, agradecemos el favor. Nos ha ido mejor.
Tenía que darte las gracias por reconocerme en mis momentos, por entender con paciencia la indisciplina de mi inmadurez. Tenía que darte las gracias por captar el justo instante en el que lo que me diferencia se hacía evidente. Tenía que darte las gracias por amar mis imperfecciones y por personalizar mi mejor versión en un ser humano superior.
Entre cuevas, tablaos, y callejones prometimos volver. Volver a esas montañas en la que la noche arropa los sueños del silencio. Volver a sus callejuelas, monumentos y cultura. En cuando le pongas fecha a la cita, ni un minuto dudaré. No en vano lo que cuentan es pura verdad, volveremos una y mil veces más. Sus recovecos nos esperan. Descubriremos todo aquello que el tiempo de aquellos días no nos dejó. Tarde o temprano cerraremos el pacto.
Verde, enigmática, noble, encantadora, zalamera, única, emprendedora, linda, alegre.... son las cualidades que con sus primeras letras revelan el nombre del país en el que nací.
Caracas, la Ciudad en la que nací. La ciudad que hace vida en la falda del El Cerro El Ávila. La conocí entera, me la sabía de memoria. Sus calles, sus atajos. En ella conocí a mis mejores amigos y a los peores también. En esta Ciudad nació el amor de mi vida, mi hija quien sin saberlo me inspiró a la creación de GabbMarÿ_gm. Caracas, el escenario de un sin fin de anécdotas.
En la costa araguense, está la playa de mi niñez, Cata. Allí aprendí a nadar, a correr olas, a bucear, a hacer snorkeling. Allí me revolcó la primera ola. Allí aprendí a montar bici.... fueron años imborrables acompañados de mis tíos, de mis primos, y tal vez los únicos años verdaderamente felices que vivimos junto a nuestros padres, mi hermanita y yo.
Lo primero que tengo que decir, es que la foto no la tomé yo, su autoría recae en un fotógrafo profesional al que sigo en instagram que está enamorado de este puente @AndryJones Y cómo no podría amarlo, el Puente General Urdaneta cruza la parte mas angosta del Lago de Maracaibo, imponente, hermoso, mágico. La Ciudad de Maracaibo una de mis favoritas: La casa de La Chinita, la casa de la gaita zuliana, del patacón y de los icacos en almíbar. La casa de mi querido Logístico preferido al que le dedico esta pequeña publicación, quien hace unos días partió a la otra dimensión. Maracaibo, la ciudad del petróleo, del calor y del viento fresco en las noches. La Ciudad sin montañas. La conocí con apenas doce años y me enamoré. Fue la única Ciudad que visité antes de marcharme.
Extensiones interminables de arena de lado a lado. ¡¡Higuerote, que buenos momentos!! El hogar de la amistad verdadera, esa que los años fortalece. Esa amistad que suma y multiplica y vuelve a sumar.... la construimos en una cancha de voleyball, siempre después de clases, un partido para desestresarse... que buenos días aquellos. Todo y más, lazos eternos de amistad verdadera. Fuiste pitonisa, crucé el charco y sin intención alguna se hizo realidad tu profecía, con tanto mar delante no alcanzaba a ver más allá de las fronteras del Caribe. Otro pedazo de mar de mis recuerdos, de los buenos, de los mejores...
Magallanera de toda la vida, leal y no me cambio. Hemos ganado mucho, por supuesto que también hemos perdido... pero para dolor de algunos fuimos el primer equipo de la Capital, así que allá otros que se emocionan de segundones!! jajajajajaj...... el béisbol es otro mundo, otro nivel definitivamente... nada de hinchas y peleas a la salida, ganes o pierdas la celebración está asegurada. Una cerveza bien fría suele volar por los aires cuando se emociona la fanaticada. Nosotras allí, apoyando a los nuestros en zona VIP... ¡como la pasamos de bien! ... Todavía perdura mi gorra de aquella temporada. Echo de menos el disfrute del sentimiento nacional como dice la canción.
Sabía que al cruzar la puerta lo dejaría todo, ... pero también sabía que al otro lado del Mar Caribe me aguardaba el abrazo más deseado de toda mi existencia. En su ausencia conocí la soledad del alma. Solo hizo falta dejar toda una vida atrás, y con apenas horas de distancia me subí en ese avión y entre una cosa y otra, estaba allí en el Aeropuerto Internacional de Miami escuchando su voz que me decía: - ¡Mami! y la estrechaba en mis brazos como para no zafarse de ella nunca más.
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